Muchas veces vemos a las grandes figuras del teatro como si siempre hubieran tenido esa magnanimidad. Además, interpretan tan bien el papel, que pocas veces sabríamos que también padecieron alguno (o varios) de los múltiples problemas con los que se enfrenta nuestro gremio en lo cotidiano. GORDITA es una obra que escribí a partir del fracaso en muchos sentidos. ¿Recuerdan mi mantra? «Hasta lo que sale mal, sale bien».
Como un montón de niñas en el mundo, yo también crecí con la idea de que estaba gorda. Bueno, no tan gorda, sólo “gordita”. Siempre tuve ese trauma y aunque ahora veo mis fotos y me veo delgada, jamás pude quitarme de la cabeza la idea de que me sobraba carne en el cuerpo. Así fue como surgió la idea de escribir esta obra, al abordar el tema del sobrepeso y la obesidad en los niños. Digamos que, no poderme sentir delgada es el primer fracaso que detonó el texto.
La actriz Nabila Nubes, la directora y dramaturga Tristana Landeros y yo, vivíamos juntas. Teníamos un poco de altibajos laborales (sí, adivinaron, otro de los fracasos) y se nos ocurrió invitar amigos a la casa para que disfrutaran unas lecturas dramatizadas de nuestros textos para darles a conocer un poco de lo que hacíamos. La mayoría eran ciclistas que había conocido al asistir a las diferentes rodadas que se organizan en las noches por varios grupos en la ciudad. Tuvimos algo de éxito, por lo que el departamento nos comenzó a quedar chico.
Yo estaba algo decepcionada de hacer producción. Había tenido varias situaciones poco gratas; sentía que todo el trabajo que desempeñaba para otras personas no era valorado, por lo que me prometí que no volvería a producir nada sin un texto mío de por medio.
Iba a ser mi cumpleaños y para llevar a cabo esa promesa, puse manos a la obra para regalarme mi primer montaje. Nabila y Tristana se sumaron a la aventura –como directora y actriz, respectivamente– dándole la vuelta así al proyecto Teatro en bici; ahora también era nuestra compañía y tendría a Gordita como su primera producción para estreno mundial.
En ese momento no teníamos dinero, tampoco éramos muy conocidas y nuestra estabilidad laboral era inexistente. Estuvimos trabajando de extras en telenovelas y películas para sobrellevar nuestra situación. Aún así, las tres guardábamos una parte de nuestros pagos para la producción de la obra. Recuerdo que llegábamos muy en la mañana a dormirnos porque, generalmente, nos daban llamados nocturnos. Terminábamos muy agotadas.
Por esos días, nos gustaba ir de fiesta a la pulquería Los insurgentes porque nos quedaba cerca de la casa y porque siempre organizan eventos culturales. Está muy bien salir de fiesta loca y divertirse pero si, además, el lugar apoya el arte y la cultura, me parece que vale todavía más la pena apoyar esos espacios. Fue así, en la fiesta, que conocimos a la gente indicada y nos dejaron estrenar ahí.
¿Estrenar una obra de teatro para niños en un antro? ¡Sí, eso hicimos! Aún cuando sólo dejan pasar mayores de edad. Ese 2013, mi cumpleaños caía en martes, así que inauguramos los Martes de teatro en la pulquería. Del fracaso pasamos a tener una función con más de 100 personas (de nuevo mi refrán de “hasta lo que sale mal, sale bien”). Sin duda, mucha gente cooperó con nosotros, como Romy García Estrada, una talentosa diseñadora que nos hizo un cartel bellísimo y una amiga de Nabila, Karen Santeliz, quien nos cobró el diseño y realización de vestuario a un precio de risa. Cuando Nabila se regresó a Sonora, también se integró a la compañía Andamios Teatro, quienes apoyaron el montaje y se volvieron coproductores.
Desde aquel estreno, GORDITA nos ha dado muchas satisfacciones, nos ha salvado infinidad de veces en que hemos querido tirar la toalla y dedicarnos a otra cosa. Al menos a mí me ha pasado más de una vez, pero les contaré de esos momentos en otra entrada.
También en otra entrada hablaré de Cut López. Ahora lo traigo a colación porque se sumó al proyectos meses más tarde en cuestiones de iluminación. Desde entonces, hemos trabajado mucho juntos.
Otra de las razones por las que surgió GORDITA, es porque quería escribir algo para mis primos y sobrinos, que son bastantes. Empecé a hacer teatro desde los 12 años, en mi familia nadie se dedica a esto y ha sido difícil abrirme un lugar. Mis papás y mi hermano siempre van a ver lo que hago, pero el resto de mi familia –con quienes podría llenar sin problemas la Sala Villaurrutia, el teatro El milagro o La capilla– casi nunca va. Entiendo que no siempre es fácil desplazarse tanto sólo para ver teatro, por eso esta obra también la presenté en el cumpleaños de uno de mis primitos.
Por lo pronto, pueden visitar la sección de Portafolio, aquí en mi página, para ver fotos, el video de la obra y bajar el texto de manera gratuita. ¡La obra va a cumplir 5 años! Y ya estamos preparando alguna travesura para festejar en grande.